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Río Bravo y sus muertitos
La celebración de los muertos es de origen prehispánico pero se conjugó con la tradición católica y consiste en que las familias colocan un camino de cempasúchil desde la puerta de la casa hasta una ofrenda en la que se incluyen platillos bebidas y hasta sus vicios preferidos, como alcohol y tabaco del difunto
Según la tradición, las almas de los muertos regresan durante la noche para degustar durante la noche los manjares con sus familiares.
Las familias, a velar toda la noche del 1 al 2 de noviembre para adornar la tumbas, cantar y reír con sus muertos, y algunos hasta dormitan a un lado, arropados con mantas y pequeños fogones.
Pero en Río Bravo, como en otros lares de la frontera, la venta de fritangas está a la orden del día. Y al grito de "¡pásele, barato!", señoras obesas ofrecen sus productos alimenticios que van desde tacos, tortas, elotes, cañas, gorditas de azúcar, algodones azucarados, aguas frescas,café; mientras que otros venden hasta globos multicolores
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| Pero por supuesto, las calaveritas de azúcar, la mano de león, los diferentes arreglos florales y el pre citado cempasúchil son protagonistas de esta historia macabra, ya que los diferentes comerciantes se pelean el cliente, tan preciado para ellos debido a la crisis económica que atraviesa nuestra comunidad. |
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| "¡Lléveselo!" |
Los niños afanadores
Mientras que el ir y venir de visitantes beneficia a los mercaderes del panteón, los chiquillos hacen su agosto. Como Ramón, Josué y Ezequiel, de diez años los dos primeros y de doce el último, que se dedican a limpiar tumbas por unos pesos, dándoles una barrida y eliminando la hierba silvestre que crece a los lados.
Mientras que el ir y venir de visitantes beneficia a los mercaderes del panteón, los chiquillos hacen su agosto. Como Ramón, Josué y Ezequiel, de diez años los dos primeros y de doce el último, que se dedican a limpiar tumbas por unos pesos, dándoles una barrida y eliminando la hierba silvestre que crece a los lados.
"Apenas llevamos dos" dice Ramón mientras cuenta el dinero como usurero gachupín, para después repartírselo a sus compañeros que lo miran ansiosos.
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| (De izq. a der) Ezequiel, Ramón y Josué |
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