Por: Édgar Hernández Cardona

Según el último Censo aplicado en México, de los 6.71 millones de adolescentes de entre 15 y 17 años de edad que había en el país, 2.21 millones no asistían a la escuela. Estas cifras demuestran el drama de la deserción escolar que se vive hoy en día.

Sin duda, uno de los retos pendientes que tiene el Gobierno en el ámbito de la educación es la llamada “deserción escolar”.

Resultaría muy complejo definir o atribuir una sola causa detrás de cada decisión de abandonar los estudios, sería muy imprudente asumir que se trata de una actitud de irresponsabilidad o simple abandono de parte no sólo de los jóvenes, sino de los niños que dejan de asistir a las aulas.

Como docente he tenido la oportunidad de charlar con niños y jóvenes que se han visto obligados a no concluir su formación educativa, la primera que me gustaría retomar es la falta de recursos económicos; en relativo a la educación media superior, más de 52% de ellos ha tenido que hacerlo debido a dificultades económicas en sus hogares.

Hace unos meses un joven se me acercó para pedirme un consejo, pues no tenía para pagar las colegiaturas, él estudia en una universidad privada, la cual nació supuestamente con el objetivo de apoyar la educación en la localidad, cosa que se ha perdido con el paso de los años, y pareciera que hoy por hoy su meta es lucrar.

Pese a que tienen un sistema de becas que ayuda para que muchos estudiantes puedan continuar escalando en su educación media superior y superior, este alumno se vio obligado a abandonar el semestre, pues no consiguió para liquidar su adeudo y la universidad; aun sabiendo que es un estudiante con muy buen aprovechamiento, lo dejó ir, sin miramientos.

Otra cifra que alarma es el abandono de los estudios por la desintegración familiar, creo que aunque las cifras reveladas por el censo no ocupan un porcentaje alto, en mi experiencia personal considero que es uno de los más fuertes; existen varios casos de menores que deberían estar cursando la educación básica, pero gracias a que sus padres se divorciaron o se separaron, no ocurre así.

“No voy a la escuela porque no tengo papeles, tengo otra mamá y no puedo ir hasta que no los arregle”, respondió un menor al que llamaremos Juanito “sin papeles”, su padre migró a los Estados Unidos y dejó de enviar dinero para su manutención, su madre terminó prostituyéndose, motivo por el cual su abuela tomó la decisión de llevárselos a vivir con ella.

Igualmente que Juanito “sin papeles” existe otro caso de una adolescente, quien tras la separación de sus padres, tuvo que abandonar las aulas porque su progenitor no completa para solventar su educación, al grado de demandar a la madre para que le pasara pensión alimenticia, pues es él quien se hace cargo de la joven.

De acuerdo con los datos del Censo de Población y Vivienda, en México había un total de 822 mil 563 adolescentes entre los 15 y los 17 años de edad. De ellos no asistían a la escuela 269 mil 441, es decir, 30.5%.

Debe destacarse que la inasistencia al bachillerato es mayor entre los hombres que entre las mujeres, pues de los 443 mil 423 adolescentes del sexo masculino contabilizados, había 140 mil 850 que no estaban inscritos en el nivel de educación media superior, dato equivalente al 31.8% de ellos.

La causa más común entre las mujeres es el embarazo, matrimonio o unión. Las estadísticas revelan que un 23% de las jovencitas dejó la escuela por este motivo. “Me cambió la vida, me sentía muy enamorada, salí embarazada, yo creía que estaba preparada para casarme, ahora me doy cuenta que me precipité, ya no puedo salir a divertirme, no puedo ir a la escuela, tengo que cuidar a mi hijo, si pudiera regresar el tiempo, hubiera evitado pasar por esta situación, pero lo hecho, hecho está”, dijo María “embarazada”.

Esta joven, de 17 años, quien espera su segundo hijo, dijo estar muy arrepentida, pues no tiene la preparación para ser esposa, ama de casa y mucho menos para ser madre. Así como ella existen miles de historias similares que hunden cada vez a México en un rezago educativo y por ende, económico.

En todo el país hay 17 entidades que tienen índices de inasistencia al bachillerato superior a la media nacional. La peor situación se encuentra en Michoacán, en donde 45.1% de las y los adolescentes que estaban entre los 15 y los 17 años de edad no asistían a la escuela.

En segundo lugar se encuentra Guanajuato, con un 41% de inasistencia en el grupo de edad señalado; en tercer sitio está Chiapas, con un 39.8%; le sigue en cuarto sitio Zacatecas, con un 39% y en el quinto peor lugar se encuentra el estado de Guerrero, con un 36.9% de inasistencia.

Otras entidades con promedios superiores al nacional son: Jalisco, Durango, Aguascalientes, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Hidalgo, Morelos y San Luis Potosí.

Para comprender la magnitud de la llamada “deserción escolar”, a lo largo de la trayectoria que va de la primaria a la educación media superior, debe considerarse que, de cada 100  niñas y niños que ingresaron en 1999 a la primaria, únicamente 80 lograron egresar del sexto grado en la “edad normativa”.

Magnitudes alarmantes
En números absolutos las magnitudes son preocupantes, pues de los 4.18 millones de alumnas y alumnos que iniciaron el ciclo escolar 2010-2011, hubo 625 mil 142 que dejaron sus estudios, de los cuales, 282 mil 213 fueron mujeres y 342 mil 929
hombres.

En total, entre los ciclos escolares 2000-2001 y el 2010-2011, más de 6.5 millones de adolescente han tenido que dejar la escuela.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Deserción en la Educación Media Superior, las entidades de la República Mexicana en las que hay mayor porcentaje de alumnas y alumnos que tuvieron que dejar sus estudios en el ciclo 2010-2011 son:

Nuevo León, con un 23.55%; Distrito Federal, con 18.53%: Chihuahua, con un 17.57%; Morelos, con un 17.50%; Guanajuato, con 17.48% y Coahuila, con 17.39%.

Queda claro que este problema crece día con día, aunque lo común es culpar a los docentes por no hacer bien su trabajo, es bueno resaltar que la educación nace en el núcleo familiar, es allí donde se tiene que retomar la educación, se deben formar ciudadanos con hambre de aprender, sembrar la semilla del conocimiento para que la deserción escolar pueda ir mermando poco a poco.

Que los miles de mexicanos que no tienen la oportunidad de conseguir una formación universitaria puedan romper con este círculo vicioso y cambien los paradigmas para que a sus hijos les brinden un futuro lleno de
mejores oportunidades.